Estacionalidad, implicancias en la oferta y los precios de toda la cadena
Una vez más, analizando la evolución de los precios de las diferentes categorías de hacienda, insumos de diferentes eslabones de la cadena cárnica entera, es posible advertir variaciones relativas entre insumos y productos en cada etapa del proceso de incorporación de valor
Todo ello imputable, no solo a la estacionalidad de la producción, sino también a las expectativas traducidas en un ciclo de retención y recomposición de un stock fuertemente afectado durante los últimos años, y a la evolución incontrolable de determinadas variables independientes de las decisiones particulares.
Desde el punto de vista estacional, resulta previsible para la época que el exceso de oferta de gordos deteriore los niveles de precio de la hacienda insumo para la faena. Por ello, resulta esperable dicha ventaja para la industria en detrimento del negocio de la invernada en general, y en mayor medida en lo que respecta al engorde a corral.
Ahora, el negocio de Faena, si bien depende en gran medida del valor relativo entre la materia prima (gordo), y la carne (producto final), también lo hace del valor de sus subproductos (fundamentalmente el cuero), que no solo reduce, en términos netos, el costo de producción de la faena propia, sino que también mejora los números – via recupero- de quienes en condición de usuario (con matricula propia o a caballito) participan del negocio contribuyendo, mediante la escala aportada, a una mayor eficiencia productiva de las plantas frigoríficas utilizadas.
En lo que respecta a la estacionalidad que por cuestiones biológicas ofrece la producción de hacienda gorda a lo largo del año, es posible afirmar en base a evidencia empírica, que dicha categoría tiende a adquirir sus máximos valores para el bimestre marzo/abril, y padece los menores precios para octubre/noviembre, mientras que casi como respuesta de espejo, los valores de la invernada normalmente encuentran dichos extremos de precios de manera invertida (máximos para octubre/noviembre y mínimos para la zafra de marzo/abril).
Ahora, dada la conjunción de variables incontrolables que hicieron del 2016 un año atípico (nuevo gobierno, expectativas justificadas pero sobredimensionadas, alta inflación producto del reordenamiento tarifario y cambiario, apertura comercial, y caída de la demanda global del cuero), el efecto resultante respecto de precios para el sector faena a esta altura del año es negativo y doble, ya que considerando la evolución de precios expresados en dólares durante los últimos 6 meses, es posible advertir que la hacienda gorda con destino a faena (novillitos EyB 351/390 Kgs) perdió valor en sólo un 0,8%, mientras concomitantemente el cuero lo hizo en un 17%.
Dicha observación evidencia la imposibilidad del eslabón faena de capitalizar durante este último año el colchón financiero que provee, en condiciones normales, la estacionalidad propia de la producción de hacienda, no solo por la residual disminución de su materia prima (gordo), sino también por la fuerte depreciación de su principal subproducto (cuero).
Por otro lado, la coyuntura tampoco favorece la ecuación económica básica de su eslabón anterior (Invernador) ya que si bien la depreciación de su producto final no resultó tan relevante, el mismo debe afrontar un escenario de costos crecientes, y con su principal insumo (terneros 180/200 Kgs) que si, por cuestiones estacionales se encuentra en su máximo valor (U$S2,45).
En lo que respecta al criador, si bien naturalmente estamos en los meses que más lo favorecen en términos de precios del ternero (producto estrella), los mismos se dan justamente por la escasez natural de la estacionalidad de la actividad en general, por lo que obviamente, su capacidad para capturar mayores ingresos se ve restringida por sus limitaciones en cuanto a la disponibilidad de terneros para la venta.
Cabe como reflexión, la necesidad de implementar proyectos de producción contra cíclica, que permitan disponer del producto en el momento de mayor escasez y consecuentemente mayor precio.
Por todo lo dicho, y conscientes de que la economía real expone a los diferentes actores a disyuntivas que salvan permanentemente a través de decisiones siempre tomadas en un contexto de riesgo, es que cada productor, independientemente del eslabón que ocupe en la cadena, deberá conocer las variables controlables de las que dispone, sin soslayar jamás las incontrolables que podrían condicionar gravemente su performance si se tornan adversas.
FUENTE: Decisión Ganadera