Crecen las exportaciones de carne, pero el consumo no logra repuntar
Mientras los frigoríficos aumentan la faena y crece el volumen exportado, el consumo local no despega y muestra las cifras más bajas de los últimos diez años
La cadena de ganados y carnes bovinas cierra el primer semestre del año en medio de un panorama complejo. Por un lado, los números vinculados a faena y exportación muestran un alza constante, pero en paralelo el consumo registra una fuerte caída y se ubica en los niveles más bajos de los últimos diez años.
Con China como destino excluyente de las exportaciones, las ventas externas de carne bovina aumentaron en volumen durante el período enero-junio de este año, mientras que muy lejos se ubican los envíos a Chile e Israel.
Al observar los precios, se puede apreciar que los importadores asiáticos renegocian contratos y pagan hasta 1.500 dólares menos por tonelada que de acuerdo al tipo de producto comercializado representa una merma de hasta un 25 por ciento.
En este punto, se debe tener en cuenta que los chinos se encuentran muy bien abastecidos por Brasil, que tras sucesivas devaluaciones del real vuelve a ser competitivo a nivel internacional y por Estados Unidos, que incrementó de manera notable sus envíos de carne porcina.
De acuerdo a un relevamiento elaborado por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) en base a datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), las exportaciones de carne bovina argentina caerían un 11,5 por ciento durante 2020.
Los norteamericanos plantearon un escenario en donde Canadá, Brasil y México aumentarán sus ventas externas, con China y Japón entre los mayores demandantes. En contrapartida, los otros países productores que verían caer sus exportaciones son Australia, Nueva Zelanda y Uruguay.
En relación al mercado interno, las estadísticas oficiales muestran un consumo de carne bovina cada vez más deprimido. Según datos de junio del ministerio de Agricultura, el consumo de cortes vacunos fue de 45,6 kilos por habitante.
Si bien la pandemia de COVID-19 no impactó de lleno en la industria frigorífica argentina, se empieza a percibir cada vez más el efecto de la crisis económica entre los consumidores.
En el inicio del aislamiento obligatorio, a finales de marzo, el consumo de carnes empezó a registrar un incremento, pero el deterioro de un amplio abanico de actividades económicas se refleja en un desgaste del poder adquisitivo del salario y una caída de las ventas en los mostradores.
FUENTE: Real Politik