Por la escasez de novillos, los precios de la Cuota Hilton superan los 17 mil dólares, el valor más alto en los últimos diez años
Los precios de la Cuota Hilton llegaron a topes históricos. Según exportadores de carne, la tonelada cotiza entre 17.000 y 17.500 dólares la tonelada, aunque hay algunas operaciones que se están negociando en 18.000 mil dólares.
Esto permite pagar mejor el novillo a los productores. Esos animales vienen aumentando en las últimas semanas de forma continua y ahora cotizan a unos 520/530 pesos por kilo en gancho, aunque con operaciones que rozan los 550 pesos. Esto significa 5,5 dólares por kilo, superando nuevamente al valor de Uruguay. Son precios récord para la hacienda, medidos en dólares oficiales.
Según un cable de la agencia Télam, los cortes enfriados vacunos sin hueso que se exportan con ventajas arancelarias a la Unión Europea (UE), promedió en marzo los 16.800 dólares la tonelada, su valor más alto en 10 años. Esto significó un incremento de 8,38% respecto de los 15.500 dólares de febrero, previo a la invasión de Rusia a Ucrania.
Pero la trepada de la Hilton llega a 60% frente a los 10.500 dólares a los que cotizaba hace un año atrás. Así se ubica como el valor más alto en los últimos 10 años, ya que la última vez que el precio estuvo por encima de los 16.000 dólares fue en 2011. En aquel momento llegó a valer 19.000 dólares. De todos modos, el récord para la tonelada de Cuota Hilton se registró en 2008 cuando llegó a valer 21.000 dólares.
¿Por qué tiene un valor tan alto la tonelada Hilton? Según los exportadores se debe a que la demanda europea no encuentra la cantidad de carne que requiere y aquí faltan novillos para cubrir ese cupo.
Los altos precios de la Hilton no necesariamente implican que el negocio de la venta de esos cortes de alto valor sea “brillante”, porque al haber poco novillo el valor se traslada de forma inmediata al precio de la hacienda y luego hay que convivir con las restricciones que impone la lógica oficial. Por ser un cupo arancelario acordado con la Unión Europea, de todos modos, la Hilton está a salvo de los cupos y otras restricciones.
Operadores del negocio dijeron que “no se condicen los precios FOB con tener una renta asegurada del negocio. No es la misma situación para los diferentes operadores, depende de los cupos que se logren (para exportar los otros cortes) y del mix de integración (de la media res)”.
Gran parte de los animales faenados terminan en otros mercados, como Chile, Brasil o Israel, destino al que nunca se le terminó asignando un cupo especial. “Por todo eso tenemos stocks más altos, costos mayores de almacenaje y es nos suma incertidumbre respecto del valor al que terminaremos vendiendo la mercadería”, se quejan los productores exportadores.
Se podría decir que “el kirchnerismo lo hizo” emulando el jingle de la campaña presidencial de Carlos Menem cuando pretendía ser presidente por tercera vez. Y lo hizo, sí, porque durante años (y una vez más en esta gestión de gobierno) puso trabas a las exportaciones y a la captura de precios, al ingreso de dinero a la cadena durante los años 2006/2015 lo que terminó frenando el crecimiento del sector durante años de fuerte demanda mundial, en lugar de potenciarlo como hicieron los vecinos de Brasil, Uruguay o Paraguay.
Esa política nos dejó en esta discusión sobre cómo administrar un bien que cada vez es más escaso en función de una población que crece y encima con un mercado doméstico empobrecido.
Las intervenciones kirchneristas en el negocio, que se repiten en este gobierno, finalmente terminaron modificando la estructura productiva. Antes la ganadería mandaba a la faena como producto final novillos de más de 400 kilos. Ahora terminó produciendo animales livianos de menos de 300 kilos con el fin de abastecer al mercado local, logrando una rápida rotación del capital que le permitía al inversor salir rápido del negocio si la cosa pinta mal, en lugar de apostar por el largo plazo, que es lo que exige la recría y engorde de novillos.
Esta categoría que ahora falta es la que aporta más kilos a la faena, lo que hace más productiva a la ganadería y a la industria frigorífica, pero a la vez aporta más carne al consumo local. Esa política destruyó un círculo virtuoso y hoy sufre los efectos de una suerte de efecto boomerang. Pero en lugar de reconocer los errores se insiste con la misma receta.
FUENTE: Bichos de Campo