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Amenaza de disrupción en el principal mercado de carne del mundo

América del Norte es (al menos hasta ahora) el mercado integrado más grande del mundo. La promesa postergada de aranceles estadounidenses sobre las importaciones de México y Canadá lo enfrentan con una situación de difícil previsión.

A 10 días de haber asumido la presidencia por segunda vez, el gobierno de Trump estuvo a punto de establecer barreras arancelarias, de nada menos que el 25%, para todos los bienes procedentes de México y de Canadá (con la excepción del petróleo de éste).

Con fecha de vigencia a partir del sábado 1º de febrero, la medida fue postergada por un mes, tras negociaciones de último minuto.

Desde la firma del original del NAFTA, hace exactamente 30 años, por el cual los bienes de los tres países vecinos circulan sin trabas aduaneras, se produjo una verdadera integración productiva.

Ese mercado produce 16 millones de toneladas de carne vacuna (una cuarta parte del total mundial), consume unas 15 millones y exporta e importa entre 1,8 y 2,1 millones de t brutas (el número neto es un poco más bajo ya que en los indicados hay alguna duplicación por el comercio intramercado). Todo esto sin contar carnes de pollo y de cerdo que también muestran valores millonarios.

Tras tres décadas de integración, las cadenas de valor están muy aceitadas. Estados Unidos exporta carne vacuna a sus vecinos, de los que también importa. Asimismo, importa hacienda de México, principalmente para engorde -este tráfico estuvo interrumpido en los últimos meses por causas sanitarias y está a punto de reabrirse-, y de Canadá, principalmente para faena.

Esta integración provocó un cambio estructural en México que pasó de ser un país importador de carne y exportador de ganado, para convertirse en un exportador neto de carne sin dejar de exportar hacienda.

En números, Canadá y México son los dos principales proveedores de carne de los EE.UU., aportando casi la mitad del total; están entre sus principales cinco clientes, con un 20% de sus exportaciones; proveen casi la totalidad de las 2 millones de cabezas importadas anualmente y son el destino de casi todas las más de 300 mil cabezas exportadas.

Otra curiosidad es que el NAFTA fue reemplazado por el actual USMCA (T-MEC en español) a instancias de EE.UU., que tuvo que ejercer todo su poder, durante el primer gobierno de Trump.

Con los aranceles amenazados, todo esa integración se derrumba, o casi. Canadá y México pagarían aranceles casi iguales a los que gravan a las importaciones de terceros países fuera de cuota (que son del 26,4%), poniéndolos en igualdad de condiciones.

El precio de la hacienda en Estados Unidos tendría una presión alcista adicional, en momentos en que ha alcanzado niveles record históricos.

Por otro lado, y en forma no buscada, los demás proveedores de carne (Australia, Nueva Zelandia, Brasil, Uruguay y la Argentina, a los que se podría sumar Paraguay) se verían beneficiados, por lo menos hasta que alguien en Washington se avive.

A esto habría que sumar las distorsiones que podrían acaecer si los países damnificados oponen, a su vez, represalias comerciales similares.

La postergación de la medida a último momento permite pensar que finalmente quizás no aplique y que se buscarán otros caminos de solución a los problemas señalados, que no tienen nada que ver con la carne ni con el resto del universo de los bienes comercializados: la supuesta indiferencia de los vecinos con el tráfico de drogas que entran en EUA y con la inmigración.

Los efectos del aumento en 10 puntos de los aranceles sobre productos chinos, que también venía en el mismo paquete, no se consideran en este análisis, ya que no impactan en el mercado de la carne, salvo la eventual represalia china sobre las exportaciones de carne americana, que son de un volumen menor. Otras exportaciones agropecuarias de EE.UU. podrían tener un efecto mayor sobre el mercado global.

Pero este caso es ilustrativo del escenario en el que está entrando el mundo, con guerras comerciales, que tienen que ver con intereses económicos pero también estratégicos, en las que seguramente será difícil identificar a algún ganador.

Desde hacía casi cien años que no se usaban los aranceles como parece ser que se quiere reeditar. Y aquella experiencia terminó de la peor manera.

Es de desear que la sangre no llegue al río.

FUENTE: Miguel Gorelik – Valor Carne