Martes, 27 Noviembre 2018

Una mirada a la coyuntura del negocio de ganados y carnes

Una mirada a la coyuntura del negocio de ganados y carnes

Haciendo un análisis de las variables más relevantes de la coyuntura del negocio de ganados y carnes, hoy entendemos insoslayable la dura realidad crediticia que atraviesa transversalmente la  cadena de valor entera, y  que  alcanza sus condiciones más críticas en el eslabón que involucra el engorde a corral

Recientemente hemos advertido problemas graves en el reembolso de deudas comerciales de diferentes establecimientos (feedlots) y/o usuarios de sus instalaciones de hotelería, que dada la magnitud de sus capitales de trabajo, terminan diseminando riesgo crediticio inaceptable para productores y consignatarios que operan como proveedores.

Tanto los abocados a la recría de terneros livianos,  como aquellos orientados al engorde de invernada comprada en plazas tradicionales, vienen evidenciando el daño colateral de un contexto de altísimo costo en el valor tiempo del dinero (Tasa de interés de adelanto en Cta. Cte. con acuerdo TEA = 127%, o descubierto en Cta. Cte. previamente solicitado TEA = 142%), que impacta de manera dramática y crítica en su capacidad de pago de obligaciones comerciales producto de la necesidad de cubrir previamente sus compromisos bancarios.

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Es así, que al estudiar las estructuras de deuda de numerosas firmas protagonistas durante años en el sector, hoy resulta relevante no solo su nivel de endeudamiento, sino también la tendencia y el incremento marginal de sus pasivos bancarios que en muchos casos ha llevado, durante el último año, a exposiciones crecientes de dudas de 2 y hasta 3 veces superiores a las verificadas en igual mes del año 2017.

Ahora, la delicada situación financiera experimentada por gran parte del sector, radica no solo en la evolución de su incremento de deuda y del costo de la misma expresado por la tasa de interés, sino también en la depresión en términos reales de los productos que venden (incremento nominal e/27% y 30%, con inflación de 48% en igual período)  y del aumento de sus costos (incremento nominal de la hacienda 23%, e incremento del Maíz, insumo fundamental de alimentación, de casi 100%), valores  que en su evaluación conjunta arrojan una virtual extinción de la contribución marginal verificable en el negocio que desarrollan, y en consecuencia, cierta inconsistencia temporal entre ingresos y egresos.

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Por lo expuesto, y frente a la concurrente desaparición fáctica de elementos de financiación muy utilizados en el negocio agropecuario hasta hace unos meses atrás, como la negociación de cheques que por el valor actual de las tasas de descuento hoy resulta proscripta, entendemos relevante destacar condiciones restrictivas en el crédito, que tamicen la demanda excluyendo a aquellos operadores que solo compran tiempo mediante el revoleo y el traslado de su propio riesgo de quebranto.

Dicho esto, y sin el ánimo de alentar pesimismo en el negocio ganadero, hoy entendemos prudente sugerir ciertos recaudos a la hora de vender los terneros. Siempre priorizando la idea de minimizar el riesgo de no cobrar dichos bienes, hoy pondríamos el acento en la necesidad de acotar los plazos de financiación, o por lo menos aferrarse a los habituales de cada eslabón de la cadena.

Esto con el objeto de administrar una demanda sana, con deudas bancarias sustentables, y cuyos proyectos productivos contemplen un ciclo de engorde libre de especulaciones respecto de saltos significativos del precio del gordo que habiliten expectativas de “revoleo” vía plazos y capital de trabajo ajeno.

En tal sentido, e independientemente del canal de comercialización elegido para la venta de sus terneros, (con intervención de Consignatarios / directo sin intervención), en principio, tanto para el productor como para los propios consignatarios, la prioridad en la venta debería orientarse a la minimización del riesgo de no cobrar.

FUENTE: Decisión Ganadera

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