Se esperan más exportaciones de carne pero con señales de precaución
El 2018 cerró con resultados superiores a los estimados: se superó la producción de tres millones de toneladas de carne vacuna equivalente a res carcasa, aumentaron fuerte las exportaciones, y el consumo per cápita sólo bajo 2,4%, a pesar de las dificultades económicas.
No obstante, la carne aviar se mantuvo en altos niveles y el cerdo creció alrededor del 8%, con lo cual se cubrió la baja de consumo de carne vacuna, arrojando una canasta de carnes cercana a los 120 kilos por habitante, una de las más altas del mundo.
Pero no todas son rosas, y aparecen algunas señales de precaución. Los precios de la carne crecieron por debajo de la inflación, y lo mismo ocurrió con el kilo vivo del gordo. También nos encontramos con una situación complicada en la cría que, además de los intensos fenómenos climáticos, en muchos casos percibió un crecimiento de los precios muy por debajo del resto, originando cierto desánimo en los productores, ya que la falta de valores y las altas tasas de interés los obligaron a desprenderse de parte de su capital para sobrellevar la situación.
Ya comenzado el año 2019, se vio un aumento de los precios del ganado en pie que se trasladó al mostrador; aunque no hay que confundirse, ya que ocurre todos los años en diciembre, por presión de la demanda sobre la oferta.
Este año, este fenómeno se produjo más tarde porque en los engordes a corral había una ocupación buena. No obstante, a estos aumentos les suele seguir un período de relativa calma y, de hecho, en términos interanuales, el crecimiento de los precios se mantuvo por debajo de la inflación general.
En 2018, las exportaciones aportaron muchísimo y se superaron los pronósticos más optimistas, rondando las 550.000 toneladas equivalente a res carcasa y rozando los 2.000 millones de dólares de ingreso de divisas.
Los primeros seis meses fueron muy buenos, ya que la industria se mostraba muy competitiva en valores; pero lamentablemente se tomaron algunas medidas, como la quita de reintegros y la imposición de derechos de exportación, que se llevaron gran parte de la rentabilidad del negocio. La industria pasó entonces a tener bajos márgenes de ganancias, que le impidieron mantener el ritmo de inversiones en las plantas.
El 2019 augura un nuevo crecimiento de la exportación, pero no tan explosivo como el del 2018- algunos especialistas piensan que vamos a llegar a las 600.000 toneladas-, y los nacimientos del año pasado hacen pensar que se puede alcanzar ese número.
Muchos analistas vaticinan el comienzo de un ciclo de liquidación de stock, pero los anuncios del secretario de Gobierno de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, hablan de una fase de equilibrio, especialmente en las vacas, pese a que estamos sufriendo inundaciones en las zonas de cría, y es difícil aún mesurar el impacto de los desastres climáticos.
Lo importante es que debemos seguir en este camino. Los mercados se van abriendo lentamente y la interacción público- privada está dando sus frutos, a través de las gestiones de la secretaría de gobierno de Agroindustria, la Cancillería y el Senasa, con el apoyo del IPCVA, en una interacción inédita que da grandes resultados.
El Instituto no hace otra cosa que cumplir la función para la cual fue creado, y extiende sus actividades a la producción, a la comercialización- interna y externa- y también a la investigación, apoyando instituciones especializadas.
En definitiva, el 2019 quizás sea un año más complicado, pero la cadena sabe cómo sortear las dificultades y seguir avanzando. En el caso de la industria, el aumento de los costos de producción, la falta de financiación y la pérdida de valor de los co-productos- catastrófica en el caso del cuero y las harinas de carne y sebo, y un poco mejor en las menudencias- llevó a que muchas empresas empezaran a mostrar números en rojo.
¿La salida? Crecer, penetrar mercados y llevar a cabo muchas tareas dentro del país, como incrementar la lucha a la informalidad, combatir los lobbies y los monopolios, y desarrollar un sistema de tipificación amigable con el consumidor, asociado a un sistema de trazabilidad que debemos establecer sólidamente. Todo esto si es que en verdad, como se dice desde los enunciados de la política, queremos ser el supermercado del mundo.
FUENTE: Clarín