Martes, 30 Enero 2018

Nuevas oportunidades para la exportación de carnes

Nuevas oportunidades para la exportación de carnes

Luego de 15 años, China abrió su mercado para las exportaciones argentinas de carne bovina enfriada y congelada con y sin hueso y carne ovina y caprina de la Patagonia. 

Hasta ahora la nación asiática sólo aceptaba cortes congelados sin hueso y de menor valor. De esta forma, Argentina podría aumentar hasta en un 25% sus exportaciones de carne y aminorar el abultado déficit comercial que posee con China.

La reciente decisión de Beijing se explica tanto en factores estructurales como en factores coyunturales. En cuanto a los primeros, debe considerarse que el acelerado crecimiento económico de los últimos casi 40 años se trasladó a mayores ingresos y así la sociedad china comenzó a diversificar su dieta, destacándose la carne roja.

Esto puede corroborarse en el hecho de que China ya es el segundo mayor importador de carne de bife y que en 4 años duplicó sus importaciones de carnes y derivados. En 2012 importó 4.100 millones de dólares y en 2016 pasó a importar 10.200 millones.

El otro factor estructural a tener en cuenta es la geografía. A diferencia de lo que habitualmente puede pensarse, China lidera la producción mundial de muchos granos y alimentos. Gracias a sus fértiles planicies, China ha podido producir alimentos e inclusive tener saldos para la exportación. No obstante, el rápido crecimiento de las últimas décadas se devoró el saldo exportable y puso en evidencia una dura matemática: China tiene el 19% de la población mundial pero sólo el 7% de la tierra cultivable.

A estos factores estructurales deben sumarse los factores coyunturales; más específicamente la política agro-alimentaria de Beijing. Recién en 2001, con el ingreso de China a la OMC, se redefinieron las políticas para compatibilizar con la normativa del GATT y se produjo el comienzo de la liberalización del sector agro-alimentario de China.

En la década de 2000, la demanda china fue la principal responsable del boom de los commodities y en 2004 pasó a ser un importador neto de alimentos (es decir, importaba más alimentos de los que exportaba). Para entonces las distintas políticas de impulso a la oferta de productos agro-alimentarios resultaban castillos de arena destinados a ser barridos por la gigantesca ola de la demanda.

Finalmente, en la presente década, la dirigencia política china optó por reducir los niveles de autosuficiencia (90%, 80% o más bajos) y limitarla a alimentos y granos esenciales. En 2013 se decidió que China sólo debía tender a alcanzar la autosuficiencia en arroz, trigo y maíz, aunque tampoco en estos cultivos lo han logrado.

También se admitió a las importaciones como un elemento clave en su estrategia de seguridad alimentaria. Lo que incentivó reducciones arancelarias y la eliminación de barreras sanitarias.

En 2017 fue el turno del mercado de carnes. En junio, se abrió a EE.UU.; en septiembre, se canceló la prohibición de importar carne de 49 regiones de Rusia; en noviembre se redujo la tarifa para importar ganado a pie proveniente del Norte de Australia; en diciembre se amplió el rango de carnes que podrán comprarse a Canadá, se habilitaron las importaciones de carne de Italia. En 2018, luego de la visita de Macron, China habilitó a Francia. Y finalmente, llegó el turno a nuestro país.

Se trata de una oportunidad para nuestro complejo agroalimentario que no debería desaprovecharse.

FUENTE: El Cronista

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