La inevitable devaluación argentina
En los últimos años la mayoría de los países de Latinoamérica han mantenido paridadades cambiarias que favorecen a sus exportaciones. Cuánto habría que devaluar en la Argentina para recuperar la competitividad e impulsar la ganadería.
Partiendo de una base 100 para diciembre de 2006, antes de la crisis financiera internacional de 2008/09, se advierte que la mayoría de las monedas de la región perdió valor frente al dólar, al final de esa crisis, lo que se denota con un movimiento ascendente en el gráfico siguiente.
A partir de ese momento y hasta 2012 ó 2013, las monedas de los países bajo estudio tendieron a fortalecerse hasta que la mayoría volvió a perder valor, mejorando la posición de sus exportaciones.
De modo distinto, el peso argentino no cesó de valorizarse, es decir, que el tipo de cambio, descontada la inflación argentina -según las mediciones de FIEL, no la del INDEC, y computada la muy baja inflación de los EE.UU.- se ha fortalecido. Esto ha dificultado las ventas al exterior mientras se abarataron las importaciones (lo que en la práctica se compensa con la administración de las DJAI).
En el mismo gráfico también se destaca la devaluación argentina de enero de 2014, que rápidamente quedó neutralizada por el bajo ritmo de devaluación nominal que le siguió y la creciente inflación.
Uno por uno
A resultas de todo esto, la mayoría de los países de Latinoamérica hoy tiene índices por arriba del 100%, lo que significa que han incrementado su competividad internacional.
México es el país de la región que más debilitada tiene su moneda, 25% más que en diciembre de 2006.
Brasil, cuyo real venía relativamente atrasado, a mediados de 2014 estaba en el 85% de la paridad del año base. Y, debido a la fuerte depreciación de su moneda en los últimos meses, se estima que terminará agosto con 113%.
Chile es otro país que ha logrado mantener la competitividad, con una previsión de tipo de cambio real de 110% para este agosto. En tanto, Colombia también está 5% por encima de la paridad de fines de 2006.
Por debajo de 100, aparece Perú, 15% inferior al tipo de cambio real de aquella época. Hay que recordar que la moneda peruana quedó muy revalorizada por el gran ingreso de capitales que se observó en los últimos años.
La Argentina, en cambio, muestra la tendencia declinante que se ve en el gráfico, que representa un peso más fuerte, más problemas para los exportadores, y cuyo índice 100 para fin de 2006 está hoy en 53%.
Los otros dos países con ganadería importante del Mercosur tienen, asimismo, un atraso cambiario importante, aunque menor que el argentino; Paraguay con un índice de 80 para julio de 2015 y Uruguay con sólo 65 para el mismo mes (no están en el gráfico para no dificultar su lectura).
Qué tipo de cambio necesitamos
De mantenerse hasta diciembre la situación señalada para la Argentina, el próximo gobierno tendrá en este renglón uno de los grandes problemas económicos.
Si se quisiera igualar el tipo de cambio real que tiene Perú, uno de los más atrasados de la región, habría que devaluar 58% en términos reales, es decir, por encima de la inflación. Como una devaluación de semejante magnitud indudablemente va a provocar aumentos en innumerables productos domésticos, habrá que seguir devaluando, igualando el aumento de precios promedio, para mantener la paridad.
Pero si lo que se busca es llevar el tipo de cambio a un valor equivalente al del promedio ponderado de las monedas de la región, que es de 105, estimado para agosto, la devaluación del peso argentino debería ser del 98%. En valores actuales, el tipo de cambio debería pasar de los $9,26 de hoy a $18,33.
En cualquiera de los dos casos se trataría de una maxidevaluación con importantes repercusiones económicas, políticas y sociales. También se podrá dividir el mercado de cambios en uno para el comercio exterior y otro para las operaciones financieras, pero un esquema de este tipo servirá por un tiempo, luego habrá que tomar medidas más profundas.
La devaluación se podrá hacer con más o menos gradualidad, pero ése es el camino que hay que esperar desde diciembre para recuperar la competitividad argentina en todos los renglones productivos. De cualquier manera, aunque sea muy parcial y gradual, resultará en un aliciente aún mayor para la ganadería, sustentada en indudables ventajas productivas y en un contexto de precios internacionales sostenidos, caso único entre las materias primas.
FUENTE: Miguel Gorelik - Valor Carne