La competitividad cambiaria del sector cárnico argentino está un nivel similar al de fines de 2014: así el novillo pesado seguirá siendo una rareza
Gracias al proceso de retención de vientres iniciado el año pasado, se proyecta que en 2017 –en caso de no registrarse un evento climático extremo– se produzcan entre 300.000 a 600.000 terneros/as más que este año. Sin embargo, el crecimiento de la producción –reflejo del optimismo presente en muchos empresarios ganaderos– no está siendo acompañado por el sector exportador.
Y eso implica un riesgo potencial bajista para los valores de la hacienda porque la demanda del mercado interno no es infinita.
El actual gobierno nacional instrumentó una importante devaluación de la moneda a la par de la unificación del tipo de cambio y la eliminación de los derechos de exportación vigentes sobre la carne bovina (15% del valor FOB).
Pero los últimos datos oficiales (Senasa) indican que en los primeros ocho meses de 2016 se exportaron 96.012 toneladas de cortes frescos bovinos, una cifra 0,8% inferior a la del mismo período de 2015.
Una de las principales razones que explican esa aparente incongruencia –especialmente teniendo en cuenta que los demás países que integran el Mercosur aumentaron el volumen exportado en lo que va del presente año– reside en el déficit de competitividad cambiaria que sigue registrando la industria cárnica argentina.
La evolución de la competitividad cambiaria del sector exportador argentino de carne puede verse a través del indicador del “Tipo de Cambio Real Multilateral Carne” de Argentina versus Mercosur, el cual refleja los valores –ajustados por la inflación de cada nación– del peso argentino con relación a las monedas de Brasil, Uruguay y Paraguay. En el mismo se considera además el derecho de exportación del 15% vigente en la Argentina entre fines de 2005 y de 2015.
“Luego de alcanzar su mínimo valor en 15 años durante noviembre de 2015, el TCRM Carne registró una notable mejora en los primeros meses de este año. Pero a partir de marzo la competitividad cambiaria comenzó a erosionarse a causa de la aceleración de la inflación combinada con la estabilización del tipo de cambio nominal”, explica Eduardo Sánchez, economista del área de Investigación y Desarrollo de Aacrea, en un artículo publicado por la última edición de la Revista CREA.
La evolución del TCRM Carne Argentina versus Mercosur presenta dos períodos bien diferenciados. El primero se inicia luego de la devaluación de 2001 y se extiende hasta mediados de 2011. “Ese período se caracterizó por la fuerte ganancia inicial y posterior estabilización prolongada de la competitividad de la moneda local para los exportadores argentinos de carne vacuna”, indica Eduardo.
Durante el primer subperíodo (2001/2006) el incremento en la competitividad de las exportaciones argentinas de carne estuvo asociado a la fuerte devaluación de peso argentino con relación al real brasileño, ya que los precios internos de ambos países registraron una tendencia similar.
Durante la siguiente fase (2006/2011), de estabilización de la competitividad, la aceleración de los precios internos en la Argentina fue acompañada por la depreciación de la moneda local frente al real, lo que derivó en una relativa estabilización del TCRM Carne (con la excepción de un período en 2008/09 generado por una fuerte devaluación del real frente al dólar como producto de la “crisis financiera internacional”).
“Lamentablemente, el período de mayor competitividad cambiaria del sector cárnico argentino no pudo ser aprovechado porque el gobierno kirchnerista restringió e incluso cerró temporalmente las exportaciones de carne vacuna”, comenta Matías Bodini, técnico del Área de Ganadería del Movimiento CREA.
El segundo período se inicia a mediados de 2011 y se caracteriza por una gradual pérdida de competitividad/precio de las exportaciones argentinas de carne, la cual está relacionada con la política monetaria llevada a cabo por el gobierno kirchnerista durante ese período.
Básicamente consistió en el anclaje del tipo de cambio como medio para controlar las expectativas inflacionarias; como resultado, la competitividad sufrió un deterioro constante que fue contrarrestado parcialmente (y temporalmente) por las devaluaciones llevadas a cabo a principios de 2014 y fines de 2015.
En ambos casos, la aceleración de los precios internos luego de la devaluación (efecto denominado pass-through) provocó una rápida pérdida de la competitividad generada a partir de la devaluación de la moneda local.
“La falta de competitividad cambiaria es uno de los factores que no permite a los frigoríficos exportadores argentinos bonificar el precio de la hacienda pesada para estimular la producción de animales destinados a mercados externos”, señala Matías.
Las cadenas de supermercados, frigoríficos consumeros y matarifes tienen un circuito comercial adaptado para vender cortes de animales livianos porque consideran que los consumidores asocian calidad con tamaños de piezas pequeños. “Pero si la mayor parte del incremento de la producción de carne se termina ofreciendo en el mercado interno ante la imposibilidad del sector exportador de impulsar la terminación de animales pesados, entonces eso podría promover, en algún momento, un mercado sobre ofertado”, alerta Matías.
FUENTE: Valor Soja