La alcancía ya no será un chanchito. Ahora será una vaca, y será dorada.
Mucho se ha dicho y escrito sobre las expectativas del sector respecto del nuevo escenario político y económico venidero, y finalmente el tiempo transcurrido consolidó las bases de ese horizonte temporal hasta entonces próximo y sólo imaginado. Los hechos ya lo definieron, y por fin la realidad actual expone al sector al desafío de aprovechar la oportunidad percibida.
Claramente está, que el sector también se expone al desorden y desarticulación de un sin número de variables, y su propio ordenamiento endógeno se constituirá en fuente de restricciones propias de la puja natural en el reacomodo de los intereses de la cadena de valor entera.
Es en tal sentido que hoy, con el resultado electoral ya resuelto, advertimos un escenario con una dinámica exacerbada, donde la escasez de la oferta productiva deberá afrontar las tenciones de una demanda, que a priori, tenderá a expandirse incluso más y a mayor velocidad que la capacidad de producir exhibida por la propia matriz productiva.
Como ya es conocido, el sector de ganados y carnes (bovinos) parte de la premisa reconocida de contar con un stock ganadero insuficiente, donde en la actualidad, y por decisión política, solo se disimuló a través del daño auto-infligido por la decisión de cerrar fácticamente nuestras fronteras, y mirándonos el ombligo, limitarnos a abastecer solo la demanda interna.
Hoy, frente a la nueva realidad política, y a la escasez de divisas asumida como restrictiva del desarrollo de nuestra economía, ya nadie discute la inminente apertura económica de la Argentina, a través de la liberación de los cepos monetarios, fiscales y burocráticos que hasta hoy inhibieron su capacidad productiva.
Ahora, también está claro que la ganadería nacional enfrentará serios problemas frente a dos demandas, la interna y la externa, que no podrán ser satisfechas simultáneamente en tiempo y cantidad, ya que la oferta seguirá siendo rígida y escasa, al menos en lo mediato.
Por un lado el sector se verá expuesto a sus propias expectativas, con productores aferrados cada vez más a los vientres de sus rodeos de cría, forzando al límite de su capacidad financiera, y como círculo autoalimentado, exponiendo al mercado a incrementos de precios de dichas categorías.
Asimismo, y en el otro extremo de la cadena, encontraremos una demanda de carne de una hacienda cuasi extinguida (Novillos pesados), pudiendo solo muy lentamente expandir una exportación que inevitablemente peleará cada pata con el consumo interno.
Es así que se suponiendo para el próximo año una mayor presión sobre los precios auspiciada por las demandas en ambos extremos de la cadena, también prevemos una dinámica implícita en el reparto del valor agregado a lo largo de esta, encontrando en la escasez el mayor argumento y más sólido fundamento, para suponer como principales favorecidos a los eslabones primarios, la cría y la resurgida recría.
En junio del corriente, desde DG proyectábamos un ternero de invernada a $30/Kg y parecían estar hablando de un precio sub-realista. Hoy, y frente a la validación empírica, e incluso superación holgada de dicho pronóstico, esta editorial debería asumir el error de haber subestimado la potencia y el poder de las expectativas propias de un sector desesperado por cumplir el sueño de producir y vender en un país normal.
Conclusiones:
Cría: el eslabón dorado quedará reservado para los sobrevivientes, dado que el incremento del precio de los vientres, los reproductores, y la estructura de un rodeo de cría, se constituirá en gran medida, privativo frente al ingreso de nuevos actores.
Invernada: La dinámica de precios en alza de los terneros de invernada, posiblemente se acompañe en cierta medida, de un ajuste del precio del gordo. Al margen de ello, si bien podría resultar estéril dicha dinámica de precios de invernada y gordos, la afectación al negocio vendrá claramente por el inevitable incremento del valor del maíz y sus posibles sustitutos, fundamental en el costo de alimentación del sistema de engorde a corral.
Faena: Muy posiblemente con mayor poder de compra en la industria exportadora producto de una mejora en sus ingresos como consecuencia de un ajuste del tipo de cambio, y la ya anunciada eliminación de retenciones. En lo que respecta a la industria consumera también resulta esperable una mejora de sus ingresos producto del incremento del precio de la carne como consecuencia de una mayor puja con la exportación por un insumo claramente escaso. Queda a verificarse la capacidad de apropiación del valor recibido por la mejora de sus ingresos, así como el nivel de renuncia a dichos beneficios como consecuencia del traslado de renta al eslabón proveedor de hacienda auspiciada por una mayor capacidad de compra que termine convalidando incrementos de precios que neutralicen el beneficio de mayores ingresos.
Como ya se mencionó en artículos previos, es importante destacar factores críticos para el desarrollo del sector, y que estarán dados por ruidos que afectan la fluidez del intercambio, e incrementan los costos de transacción, producto de una mayor competencia por lo que escasea (vientres, invernada, y gordos para faena), así como de un mayor riesgo crediticio consecuente de la incursión de nuevos o ex actores, en principio desconocidos, que pretenden ingresar al sector por los atractivos propios de una oportunidad de renta percibida, y que se presumen golpeados por quebrantos en el sector agrícola.
FUENTE: Decisión Ganadera