El tradicional novillo argentino de exportación ya es una especie en extinción
La política ganadera de los Kirchner convirtió al tradicional “novillo argentino” en una especie en vías de extinción. Hace diez años, la Argentina contaba con 6,5 millones de novillos. Ahora son menos de la mitad, 2,9 millones.
En el medio de este proceso se han modificado muchos de los hábitos de consumo de carne en el país.
Los novillos, según la clasificación del ganado bovino, son aquí los machos castrados con un peso superior a los 430 kilos. Hasta que llegaron los Kirchner, en 2003, los novillos representaban de 30% a 35% de los animales que iban a faena, superando con holgura a otras categorías como terneros/as, novillitos, vaquillonas, vacas y toros. Ahora significan menos de 18%.
Hay que remontarse a marzo de 2006, cuando Néstor Kirchner cerró de prepo las exportaciones de carne y luego irrumpió en escena el ex secretario Guillermo Moreno, para encontrar la única explicación a esta brutal reducción en la oferta de este tipo de animales pesados. “Sin exportaciones no hay novillos”, resumió Marcelo Rossi, un experto ganadero del radicalismo. En efecto, la Argentina producía novillos porque ese era el tipo de carne que le pedían sus clientes del exterior: bifes o lomos grandes pero a la vez sabrosos y tiernos.
La terneza de la carne casi nada tiene que ver con la edad del bovino, pues se logra con la maduración en cámaras frigoríficas. El sabor, en cambio, siempre es más intenso en la carne proveniente de novillos que la de animales más jóvenes, que no han llegado a acumular la dosis necesaria de grasa.
El último año normal en materia de exportaciones fue el 2005, cuando se embarcó 23% de la producción total de carne. Ahora esa participación bajó a solo 7/8% y tantos novillos no hacen falta. Con más del 90% de la demanda en manos de los propios argentinos, y debido a la gran concentración de la misma en Buenos Aires y su Conurbano, en esta década se ha modificado bastante el tipo de carne ofertada. Ahora dominan la ternera y el novillito. Sus cortes se reconocen por el menor tamaño, su color rosa pálido, pero en especial por el reducido tamaño de las costillas del asado. “Eso sí, a 100 kilómetros de la Capital nadie quiere un asado si no es de novillo”, afirma Rossi.
La escasez de novillos colisiona de frente con los anuncios que ahora hace el Gobierno post Moreno (necesitado de dólares) de nuevos y prometedores mercados de exportación, como la Cuota 481 o la recuperación a los Estados Unidos. “Hemos dejado de producir novillos de 430 kilos, que son los que piden esos mercados. Ahora producimos terneros de 300 a 360 kilos, que no sirven para la exportación”, confirma el analista Víctor Tonelli. Añade que debido a ese faltante desde hace 8 años que la Argentina tampoco cumple con la tradicional Cuota Hilton para Europa.
Como todo el sector, Tonelli se entusiasma con que el gobierno que suceda a los Kirchner desmantele las barreras a la exportación, y entonces los productores tengan de nuevo incentivo para engordar a sus animales. Pero esa perspectiva supondrá que los argentinos deban ajustarse los cinturones al menos por 2 o 3 años, el tiempo mínimo necesario para recuperar la oferta de bovinos más pesados. Entre tanto, podría haber faltante de oferta y una caída del consumo por una previsible suba de los precios.
FUENTE: Clarín