El asado y la “vaca china”
Un funcionario del Gobierno se dirigió a los empresarios titulares de frigoríficos para indicarles que debían bajar el precio de los cortes “populares” para que se levantara la prohibición de exportar carnes
Más allá de la improcedencia de la requisitoria, se sabe que los frigoríficos exportadores han hecho propuestas al Ministerio de Desarrollo Productivo tendientes a satisfacer el pedido para así lograr el levantamiento de la desacertada medida.
Al planteo oficial, que encierra una presión indebida, se suma una afirmación, también sorprendente, según la cual las exportaciones a los mercados chinos despojarían al pueblo argentino de los llamados cortes “populares”, forzando su aumento de precio a niveles que los volverían incomprables para los locales, a la vez que impulsarían el índice de precios al consumidor hacia la suba.
Descontando la buena fe en la actuación de estos funcionarios argentinos y habiendo comprobado que los guía la más supina ignorancia respecto de estas cuestiones ligadas al campo, debemos recomendarles que mínimamente se hagan asesorar por expertos en sectores ganaderos e industriales y frigoríficos exportadores de carnes.
Es sabido que los mercados externos se llevan solo el 30% de la producción de carne argentina y que, de ese 30%, el 75% corresponde a las exportaciones orientales. A su vez, ese 75% se compone de la vaca flaca, llamada manufactura o de descarte, conocida por ello como “vaca china”. Esta vaca ya cumplió su ciclo productivo, se exporta íntegra y nada de ella queda en nuestro mercado interno. Esa vaca no se consume en nuestro país.
El 25% restante del total exportado se centra en los novillos, de 400 a 500 o más kilos, dirigidos principalmente a los mercados europeo y centroeuropeo. Entre ellos, se encuentra la famosa “cuota Hilton”. Los cortes exportados son el lomo y parte de los cuartos, exclusivamente. Para el mercado interno quedan, entre otros, el asado, el vacío, las costeletas, la aguja y el puchero, que constituyen los llamados “cortes populares”, dado que son los que consume la mayoría de nuestra población.
De lo expuesto se concluye que nada tienen que ver ni las exportaciones chinas ni las europeas con el precio del kilo de asado que se paga en el país.
Es más, tanto los sectores ganaderos como la industria frigorífica han ofrecido reiteradamente subrayar esta diferencia de cortes entre los exportables tradicionales y los destinados a los mercados internos. De modo pues que, excluidos la “vaca china” y los mercados tradicionales europeos, queda claro que nada tiene que ver la exportación con el precio del asado y demás cortes en el mercado interno, ni con la mesa de los argentinos, como se pretende sostener para fundamentar una medida tan absurda como disparatada.
Resultan entonces tan inexplicables como inaceptables las declaraciones emanadas de las más altas autoridades gubernamentales. No solo demuestran una profunda ignorancia acerca de una de nuestras más destacadas fuentes de divisas, sino que revelan prejuicios ideológicos con burdos fines demagógicos, incompatibles con las necesidades de desarrollo económico de nuestro país.
La mesa de los argentinos merece, cuando menos, un tratamiento respetuoso fundado en argumentos reales. Resulta indigesto que se abuse, una vez más, de fracasados menús populistas que solo distorsionan la verdad y atentan contra el empleo y la generación de divisas que nuestro país tanto necesita.
FUENTE: La Nación