Editorial Informe Ganadero
Informe Ganadero 991 – Edición de emergencia
Una situación compleja, con múltiples factores negativos y positivos que hoy interactúan, con un mercado muy alterado, que todavía no muestra una dirección definitiva.
Se ha reducido la oferta, por los feriados, por las lluvias, por la incertidumbre y por el considerable número de plantas que por diversos motivos no han estado faenando; y se ha reducido la demanda, afectada por la cuarentena, tanto la nacional como la que afecta a gran parte del planeta.
La venta en las carnicerías ha caído -después de una primera etapa de llenado de freezers- con respecto a semanas anteriores comenzando a sentirse, especialmente en el Conurbano Bonaerense, la imposibilidad de un gran número de trabajadores informales o cuentapropistas de hacerse de ingresos.
La venta de carne a través de restaurantes, bares o cadenas de fast food, con la mayor parte de esos comercios cerrados, se ha reducido casi totalmente. También como consecuencia del cierre masivo de parrillas y restaurantes se ha reducido la demanda por achuras.
La caída del valor del cuero -casi a cero- y la baja del valor de los subproductos en general, ha obligado a la industria y a los matarifes a cargar al valor de la carne en gancho la pérdida de ingresos por el menor valor de los subproductos.
Entre los diferentes tipos de cortes, está firme la demanda por pulpas para milanesa y algún corte del delantero, pero está muy floja la venta de asados, muy afectados por la cuarentena y el menor número de reuniones sociales. Además, hay literalmente un enorme sobrante de cortes finos (lomo, bifes), de muy difícil colocación -en las actuales circunstancias- entre nuestros consumidores locales.
Por el lado externo, se destaca la caída casi total de la demanda por cortes Hilton, como consecuencia de la paralización de la “restauración” en Europa, con el cierre masivo de restaurantes y hoteles. Por ahora, no hay una salida alternativa para estos cortes en otros mercados.
Una parte de la industria exportadora ha reducido las faenas, y otra ha cerrado en estos días temporariamente ante la multiplicidad de factores negativos: caída de la Hilton, retirada de Israel, caída del valor del cuero y de los subproductos -con la excepción de la grasa, con la que se hace el jabón- y hasta dificultades con el personal y con los sindicatos a causa del miedo al coronavirus.
Contra todos estos factores negativos, se destaca la fuerte recuperación de las compras chinas, al reanudarse la actividad económica antes de lo esperado en el gigante asiático. Los stocks acumulados de carne de cerdo y vacuno se están asimilando rápidamente, y superada -por ahora- la crisis del coronavirus, vuelve a quedar a la vista el brutal faltante de carne de cerdo que tendrá China este año a causa de la fiebre porcina africana, estimado en no menos de 15 millones de toneladas para el 2020.
La demanda china se ha recuperado mucho antes de lo esperado, con precios FOB para los cortes tradicionales (shink-shank, vaca en manta o en cortes, rueda, delantero de novillo) por los que se obtienen los valores de mayo del 2019, cuando se celebró la feria del SIAL. Inclusive, se observa una tendencia a la suba en los valores, porque la demanda, al igual que el año pasado, está superando nuevamente a la oferta.
Las compras de China de carne vacuna, entre mediados de enero y mediados de febrero, cayeron prácticamente a cero. En medio de la crisis del Covid 19, con los puertos cerrados, los bancos sin actividad y todos los restaurantes y fábricas procesadoras sin actividad, las compras eran casi nulas y la caída de los precios CIF se estimaban en un 30% con respecto a los vigentes en octubre del 2019.
Ahora se conocen los datos de importación de carne vacuna de enero-febrero del 2020, que resultan sorprendentemente más altos que lo esperado, probablemente porque la carne introducida en China en esos meses correspondió a volúmenes adquiridos dos o tres meses antes de la crisis.
En el primer bimestre del 2020 China importó 298 mil toneladas (peso producto) de carne vacuna, un 40% más que en enero-febrero del año pasado. De este volumen, Brasil participó con 95 mil toneladas, Argentina con 65 mil, Australia con 58 mil, Uruguay con 33 mil y Nueva Zelandia con 28 mil toneladas.
Pese a la caída de los precios de importación de los últimos meses, el valor medio de la tonelada importada se ubicó en febrero en los 5665 dólares, contra 4562 dólares de febrero del 2019.
Un exportador nos dice: “en enero y febrero las ventas nuevas se redujeron a cero, pero los envíos pueden haber sido muy importantes todavía porque estuvimos despachando carne de contratos pactados en los meses anteriores a la crisis, y que los mismos importadores pedían que nosotros stockeáramos. Ahora todo tiende a regularizarse, y hasta los precios tienen una tendencia a la suba. No se está exportando más en buena medida por la falta de containers con frío, muchos de los cuáles todavía no han vuelto de Asia después del cierre de los puertos chinos de principios de año”.
La cuarentena ha cambiado el perfil de la demanda por carne vacuna. En estas últimas dos semanas, matarifes y carniceros aseguran que ha aumentado la demanda por cortes de la rueda, para milanesa (bola, cuadrada, peceto, nalga), mientras que han caído las ventas de asado al reducirse las reuniones sociales y los asados de fin de semana.
Por otro lado, están en una situación crítica los proveedores de restaurantes y parrillas, con elevados stocks de cortes finos (bife angosto, lomo, ojo de bife), que son muy difíciles de colocar en el mercado interno.
Los supermercados, al igual que en otras crisis de la exportación, están ofreciendo estos cortes finos en oferta. La provisión de carne para hotelería, restaurantes y catering de alto nivel está en crisis en todo el mundo, especialmente en Europa, donde entró en bancarrota, por ejemplo la Cadena Maredo, con 25 restaurantes especializados en Alemania, cadena que se abastece de carne Argentina.
El cuero salado de novillo en Chicago valía en octubre del 2014 unos 4 dólares por kilo. Desde entonces, y como reflejo de la caída de la demanda de la industria automotriz, de calzado y de marroquinería, no ha hecho otra cosa más que caer, para cotizar en febrero de 2020 a sólo u$s 1,17 por kilo.
El cuero vacuno está siendo sustituído de modo acelerado por el sintético, especialmente en los autos y en el calzado. El cuero de vaca de consumo, que en la primavera del 2014 llegó a cotizar a u$s 2,00 por kilo en nuestro mercado local, hace ya varios meses que en la mayor parte del país no tiene valor comercial, debiéndose encargar mataderos y frigoríficos de la “disposición” de los mismos, sea esto enterrarlos, quemarlos o encontrar un basurero que los acepte.
En muchos lugares, los basureros aceptan los cueros, debiendo pagar el frigorífico remitente 50-60 centavos por kilo. En los últimos días, al paralizarse virtualmente el comercio mundial de cueros curtidos destinados a la industria automotriz, marroquinera, de calzado o de muebles, y al entrar en serias dificultades financieras las curtiembres, éstas han pasado a no retirar los cueros de los frigoríficos, generando una dificultad inesperada en la industria frigorífica, que en muchos casos no está preparada para salar y almacenar los cueros.
Agrava esta situación el faltante agudo de sal, a causa de la cuarentena, lo que causa dificultades graves en la operatoria tanto de las curtiembres como de los frigoríficos que optan por salar los cueros a la espera que éstos sean retirados. Deshacerse de los cueros, que hoy no tienen valor, se ha convertido en una pesadilla para muchos frigoríficos que no están preparados para salarlos y stockearlos.
FUENTE: Ignacio Iriarte - Informe Ganadero