Domingo, 23 Mayo 2021

Cierre de las exportaciones de carne. Persistir en el error

Cierre de las exportaciones de carne. Persistir en el error

Con el cierre de las exportaciones de carne vacuna el gobierno se comprará carne algo barata poco antes de las elecciones. El costo lo pagará todo el sistema de agronegocios (incluido el Estado) por más de una década achicándose al infinito.

 

Mientras escribo estas líneas el Mercado de Liniers amanece sin un solo animal en sus corrales. El cese de comercialización en su segundo día tiene un nivel de acatamiento total. Durará 9 días y si se mantiene así pondrá al sistema de distribución de carne vacuna de la Buenos Aires y su conurbano al límite. Si se extiende decididamente habrá mostradores vacíos.

La veda a las exportaciones de carne por 30 días no tendrá en lo inmediato el efecto explícitamente declarado: bajar los precios en la góndola. Sin la exportación, a muchos frigoríficos la cuenta de faenar no les va a cerrar tan fácil.

Vale la pena imaginar escenarios posibles. Para que la medida le resulte al Gobierno no alcanza con que dure 30 días, tiene que presentarle a los tomadores de decisión un “total cambio de reglas que define un nuevo horizonte”; o sea, tiene que parecer indefinida.

Solo así se forzará un ciclo de liquidación. Los ganaderos pueden sostener un cese de comercialización, pero ¿a qué costo y por cuánto tiempo? Es imposible predecirlo con exactitud, aunque lo más probable es que tengan que recurrir a “paros intermitentes” hasta que sea económicamente insostenible.

El gobierno podría entonces oficializar el cierre absoluto de las exportaciones de maíz, elevando la brecha entre el precio local y el internacional buscando subsidiar una cosa con la otra. El planeta Campo reaccionará seguramente con otra medida de fuerza. La escalada no tendría fin.

El cierre de las exportaciones de carne marca un hito claro al correrle el velo a la política económica, le quita toda pretensión moderación y reposiciona al ala “kicillofiana” al mando de una buena parte del tablero de control.

Cristina Fernández en diciembre le explicó a Alberto Fernández que no se ganaban elecciones con aumentos de tarifas y exportaciones de carnes y señalo a Augusto Costa (quien fuera su Secretario de Comercio) como ejemplo a seguir. Un poco a palazos nacía “el consenso de La Plata”.

Con un cierre indeterminado y su posterior liquidación el gobierno se comprará un año de carne algo barata empezando poco antes de las elecciones, mientras que el costo lo pagará absolutamente todo el sistema de agronegocios de la carne (incluido el Estado) por más de una década achicándose al infinito.

Desde el peón rural que vacuna millones de cabezas 2 veces al año, al camionero que quiere comerse un asadito en la ruta o al alemán de clase alta que quiere darse un gustito.

Nuevamente: los funcionarios del gobierno no tienen ningún costo por tomar una decisión electoralista que los beneficiará mucho personalmente en el cortísimo plazo. Para el gobierno persistir en el error solo reporta gratificación, para el país en su conjunto costos.

Otro camino

El camino correcto, en el que ganan todo el sistema de agronegocios de la carne (incluido el Estado) es seguir a Brasil: tasas de interés bajas y paciencia. El sistema regula su tamaño a partir del nodo de cría, con tasas de interés bajas se fomenta la retención de vientres que incrementan su potencial productivo, adicionalmente la incorporación de todo tipo de tecnología que eleva los índices de parición. Solo así se sale de este laberinto.

 

Sin embargo, algunos insisten en ponernos todo nuestro pasado por delante.

FUENTE: Iván Ordoñez - Horizonte A

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