China: Una aspiradora insaciable de carne que conlleva beneficios y riesgos.
Una vez más, analizando cualitativamente las exportaciones de carne de nuestro país, hoy tratamos de detectar determinadas implicancias que podrían configurar particulares cuellos de botellas para la productividad del rodeo nacional, así como la ineficacia de dichas políticas comerciales adoptadas como fuentes de generación de divisas para nuestra economía.
Es así, que volvemos a poner el acento en la evolución vertiginosa de la demanda China, que si bien en un principio, nos llevaría a destacar los beneficios del continuo crecimiento de su escala, entendemos por lo menos necesario que no se soslayen los riesgos asociados a que dicha demanda, al menos hasta ahora, e independientemente de la reciente firma de protocolos sanitarios que habilitarían la exportación de carne de mayor calidad (enfriada), solo se concentra en aquella proveniente de la categoría “vacas”.
Como ya afirmamos en artículos anteriores, si bien la posibilidad de contar con China como demandante principal de la carne de dicha categoría (vacas) constituye un factor determinante que garantiza un sostén para su precio, y consecuentemente un recurso de recupero de costos en los rodeos de Cría, así como de optimización en la integración del precio final de la faena total, también conlleva el riesgo de que altas y permanentes insuficiencias de la oferta terminen convirtiendo a dichas vacas en el producto principal de la cadena de valor, privando a esta de su sustentabilidad mediante posibles trasgresiones del límite de equilibrio de extracción como consecuencia de una excesiva faena de hembras.
En tal sentido, y recurriendo a datos aportados por el Ministerio de Agroindustria de la Nación respecto de la faena y la participación en ella de las categorías relacionadas con hembras, mostramos en el siguiente cuadro la persistente evolución de la faena de hembras en forma concomitante con los incrementos significativos de las exportaciones a China desde enero de 2016.
Como se puede apreciar, en lo que va de 2018, la faena de hembras representa el 45% de la faena total, por lo que resulta factible afirmar que al menos en lo que va del año el stock nacional dejó de crecer, y de no modificarse en lo inmediato la estructura cualitativa de la Faena total, el rodeo nacional iniciará un estadío de liquidación de stock.
Ahora, esta condición adquirida por la industria exportadora argentina en los últimos años, donde sus exportaciones de carne bovina se encuentran participadas mayoritariamente por aquellas partidas destinadas a países demandantes de carne de vacas, como China y Rusia (que representan el 58% y el 8% de las exportaciones totales expresadas en toneladas respectivamente), no solo podría entenderse riesgosa en términos de sustentabilidad del rodeo, sino también como prueba de la ineficiencia de la política de comercio exterior que el país conduce en su objetivo de generación de divisas. Esto último resulta probado producto de la disminución del valor final obtenido durante los últimos años por la tonelada promedio de carne exportada (-5,36% U$S/Ton Enero – Abril 17/18).
Tal cual lo señaláramos en el párrafo precedente, es posible advertir en el último cuadro cómo el crecimiento en el volumen exportado de los últimos años se vio explicado fundamentalmente por la demanda China (Carne Congelada) que obviamente, por tratarse de carnes de inferior calidad, terminan afectando significativamente el valor final de la tonelada de carne promedio exportada.
Concluyendo, aún resultando prematuro afirmar que las exportaciones de carne a China podrían poner en riesgo la sustentabilidad y crecimiento del stock ganadero nacional, sería importante destacar que de persistir el incremento sostenido de dicha demanda, resultará clave para evitar dichos desequilibrios productivos con carácter entrópico, lograr la participación de otras carnes de mayor calidad en la demanda China, así como una potencial mejora en los índices de productividad del rodeo nacional.
Esto podría constituirse en la posibilidad de diversificar el tipo de producto enviado a ese mercado, complementando la categoría “vacas” con cortes de alto valor provenientes de “novillos” de calidad para abastecer mercados más exigentes y de mayor valor, que de hecho se estarían abriendo producto de la firma de los comentados protocolos sanitarios.
Entendemos dicha condición necesaria y excluyente a la hora de contribuir con el objeto de integrar de manera más eficiente el precio de nuestro producto estrella (carne), y así evitar que señales de precios motivadas por la inevitable escasez de la oferta reconfiguren un negocio próspero y sustentable de un país que se autoabastece y exporta novillos, convirtiéndolo en el de un vendedor de vacas que entrópicamente se consume.
Finalmente, y entendiendo pertinente la aclaración, los párrafos precedentes no pretenden imputar una relación causal entre los incrementos sostenidos de la demanda China y la mayor faena de hembras, que coincidentemente se circunscribe solo a carne de la categoría “vacas” hasta la fecha. Lo que pretendemos destacar, es el riesgo de una eventual reconfiguración del negocio producto de la causa fundamental que subyace del fenómeno descripto, y que radica esencialmente en el actual desinterés evidenciado desde el sector productivo local por los vientres que hace meses solo se deprecian en términos reales, encontrando como único destino y sostén de valor a la faena para abastecer la demanda china.
Resumiendo, y entendiendo incorrecto responsabilizar a China de los riesgos de liquidación del stock, sugerimos como responsable fundamental a la debilidad de la demanda de vacas con fines reproductivos, en parte por factores climáticos (seca) que desalentaron fuertemente todo intento de retención, pero también producto de la persistencia de un contexto macroeconómico local que prioriza lo urgente frente a lo importante (Tasas de referencia TNA > 40%, expectativas de inflación anual en torno al 28%, consecuente restricción del crédito, y permanentes amenazas de cambios en las reglas del juego como el de una posible revisión en la política de retenciones), quedando siempre supeditado el largo plazo a la satisfacción de exigencias impostergables del corto plazo.
FUENTE: Decisión Ganadera