Domingo, 18 Octubre 2015

Un sector que se desangra

Un sector que se desangra

En los últimos siete años, la Argentina perdió 12,5 millones de cabezas de ganado; cerraron sus puertas 139 frigoríficos que dejaron a 19.600 trabajadores en la calle; el consumo interno de carne cayó 12 kilos; los precios internos aumentaron 420%; las exportaciones se redujeron 75% y la producción bajó de 3.200.000 toneladas a 2.700.000. El incierto futuro de un sector insignia de la economía.

 

Tango, carne argentina y Maradona. Ese es -¿o era?- el podio más famoso de nuestro país que no necesita de traducciones.

Es cierto, muchos estarán pensando ¿y Messi, las Cataratas, la Pampa argentina, el dulce de leche, el colectivo, la birome, el granero del mundo, la calle más larga y el río más ancho (como dice la reconocida canción)? Sí, todos son “nuestros”, pero el podio sin necesidad de traducción alguna es el primero. Sin importar el lugar del planeta en el que se esté, difícilmente alguien deje de asociar esos “tres productos” con la Argentina… pero la cosa podría cambiar.

Desde 2008, la Argentina perdió 12 millones y medio de cabezas de ganado –de las cuales se recuperaron tres-; cerraron 139 frigoríficos –lo que hizo que 19.600 trabajadores quedaran en la calle-; el consumo interno de carne cayó 12 kilos; los precios internos aumentaron 420%; las exportaciones se redujeron 75% y la producción bajó de 3.200.000 toneladas a 2.700.000.

“Es una buena síntesis de lo que ocurrió en los últimos tiempos”, dijo Miguel Schiariti, presidente de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes de la Argentina (Ciccra), luego de trazar la lapidaria radiografía del sector durante un diálogo con Trade On.

La semana última, el anuncio de que el frigorífico Arroyo cerraba sus puertas en San Carlos Bariloche (y con ello quedaban sin trabajo directo 70 personas), volvió a poner al sector en el centro de la escena, porque la luz de alarma se encendió hace un rato largo.

Durante esos días, Ciccra también difundió su habitual informe mensual sobre el mercado local en el que advierte que “existe riego de quiebre” de más empresas antes del 10 de diciembre.

En declaraciones a La Nación, Schiariti explicó que “a pesar de los enormes esfuerzos que realiza la industria exportadora nacional por mantenerse activa hasta el 10 de diciembre -tomando esa fecha como el hito de un posible cambio de política macroeconómica-, da toda la sensación de que algunas empresas no lo lograrán y es posible que ni siquiera lleguen a las elecciones”.

Para Ciccra, los motivos que llevarían a este desenlace tienen que ver con los costos y la pérdida de competitividad del país frente a otros jugadores clave como Brasil, donde la devaluación del Real del último año le dio más impulso a su negocio. Según publicó La Nación, la entidad dice que mientras en 2005 el costo laboral era de 900 dólares por operario, hoy ronda los US$ 2000. En cambio, cayó el valor del negocio de la actividad. Y cita un ejemplo: el precio de la cuota Hilton (cortes de alta calidad para Europa) pasó de US$17.800 la tonelada en 2005 a US$13.300 en la actualidad.

“En 2005 con el monto obtenido por la venta de una tonelada de cuota Hilton se podían pagar 19,8 sueldos de operarios. Hoy, con los US$13.300 que se pueden obtener por una tonelada de cuota Hilton sólo se pueden abonar 6,7 sueldos”, dice un documento de Ciccra.

 “CRISIS HISTÓRICA”

La Nación publicó que de acuerdo con fuentes de la industria cárnica –que no identificó-, hay tres frigoríficos que están comprometidos. En el artículo se explica que los voceros no quisieron revelar los nombres de las empresas para no exponer su situación, pero detalló que dos de los frigoríficos se encuentran en la provincia de Buenos Aires y el restante, en Santa Fe, que entre los tres emplean a más de 2000 personas, y que se trata de empresas nacionales que sumados faenan entre 1500 y 1800 animales por día.

A continuación, los principales tramos de la charla de Schiariti en Trade on:

-¿Tuvo el sector otra situación similar en la historia?

-Esta es una crisis realmente histórica. Ni siquiera en el 2000, cuando nos cerraron todos los mercados por el tema de la aftosa, cayeron los números de esta manera, y aquella vez, un año y medio después, estábamos otra vez en la pelea, en los mercados.

-Lo paradójico es que ustedes atribuyen la situación actual a una política que se aplicó para proteger la mesa de los argentinos, pero el precio de la carne aumentó 400%, y para reforzar el desarrollo de la industria nacional, pero ya cerraron 139 frigoríficos. ¿Por qué si se diseña una política con una intención determinada su aplicación genera exactamente el efecto opuesto?

-En algún momento creí que era ineficiencia, desconocimiento del sector, que se debía a la toma de medidas erróneas o muy cortoplacistas. Pero hoy, cuando hago el análisis de lo ocurrido en el sector de la industria frigorífica y al mismo tiempo veo que en diez años se cerraron 10.000 tambos -es decir, 30.000 familias quedaron sin trabajo-, que hay 14.000 productores ganaderos menos que tuvieron que dejar la actividad y hoy son mano de obra desocupada; si veo lo que pasó con el trigo, con las economías regionales donde quedaron millones de trabajadores en la calle, tengo la sensación de que eso que parecían errores de política económica son un plan orquestado para generar pobres y aumentar el clientelismo. Que se busca lograr en la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Río Negro el mismo clientelismo que generaron en el NEA (Noreste) y el NOA (Noroeste). Que buscan manipular la voluntad de la gente que llevaron a la pobreza.

-¿Qué medidas podrían mitigar esta situación y cuánto tiempo le llevaría a la industria de la carne recuperarse?

-Entre las medidas principales está tener un tipo de cambio efectivo más alto, y con eso no digo necesariamente devaluación. Un tipo de cambio efectivo más alto se puede lograr a través del quite de retenciones, de utilizar los reintegros a la exportación como pago a cuenta de cargas sociales. Modificar el tipo de cambio es la primera medida para que se genere una mayor demanda de exportación que estimule un animal más pesado y la retención de vientres. Si a eso le agregamos otros elementos, el sector podría llegar a recuperar los animales perdidos y aumentar la producción hasta cuatro millones de toneladas en 6 o 7 años, siempre y cuando se alineen los astros con algunas medidas que permitan aumentar la productividad en general.

-¿El país tendrá que esforzarse para recuperar mercados internacionales o la marca “Carne Argentina” está instalada y sólo será cuestión de volver a tener qué vender para que nos compren?

-Volverán a comprarnos porque nuestra carne sigue teniendo prestigio en el mundo. Todo indica que durante el primer semestre de 2016 se abrirá el mercado de Estados Unidos, una medida que fue anunciada con bombos y platillos (por el Gobierno nacional), pero que en realidad se logró gracias a que el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCV), es decir, productores e industria, financiaron el juicio que se hizo a EE.UU. en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Por otra parte, cumplir con la cuota Hilton es algo que nos debemos desde hace siete años. Y un mercado que hoy sigue sin tener techo es China, que absorbe todo lo que se le pueda vender.

Por todo eso creo que los mercados estarán, que es recuperable, porque la demanda internacional de proteína roja seguirá fuerte por lo menos por los próximos 10 años.

-¿Cómo es la radiografía actual del sector? ¿Cuántos frigoríficos hay hoy en la Argentina, cuánta gente emplean y quiénes son los dueños? Hace unos años hubo una suerte de compra masiva de frigoríficos por parte de empresas brasileñas…

-Los principales dueños hoy son empresarios nacionales.

-¿Se recuperaron aquellos frigoríficos vendidos a los brasileños?

-No, siguen en mano de brasileños, pero están cerrados, sin operar, a la espera de mejores condiciones. Son empresas muy grandes que trabajan no sólo en la Argentina, sino que también están en Brasil, Uruguay, Paraguay y Estados Unidos, entonces pueden darse el lujo de cerrar cinco plantas y mantener una sola abierta de manera casi testimonial, y cuando se vuelvan a dan las condiciones, reabrirán y tendrán una presencia mayor.

Con ese panorama, no quedan dudas: el tiempo y las políticas que se apliquen decidirán cómo será el futuro de uno de los sectores insignia de la Argentina.

FUENTE: El Día

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