Un análisis de coyuntura de la cadena de ganados y carne
Una vez más, en un intento por analizar racionalmente al contexto que la coyuntura impone al sector ganadero y su cadena de valor entera, resulta evidente la incapacidad de los diferentes actores intervinientes, de prever las infinitas variables que conjuntamente configuran y afectan el devenir del negocio.
Es así, que la coyuntura hoy expone una cadena de valor reactiva a las exigencias del momento, y que en su conjunto parecieran configurar la tormenta perfecta. Si bien nuestro país no padece los huracanes de zonas caribeñas, el clima tampoco se mostró tan benévolo frente a la precariedad de la infraestructura rural que el país ostenta.
Las lluvias no solo afectaron significativamente a los caminos que conectan la oferta y la demanda de hacienda, con las implicancias que conlleva dicho fenómeno en el precio de diferentes categorías, sino que también distorsionaron mediante la pérdida de eficiencia, los plazos contemplados en los diferentes planes productivos de cada eslabón de la cadena.
Con respecto a lo referido en el párrafo precedente, resulta insoslayable que la pérdida paulatina y progresiva del estado de los vientres obligará a muchos productores a correr temporalmente los servicios, o bien, someterse a una disminución de sus índices productivos, y la consecuente pérdida económica esperada y asociada a la caída de preñez, parición y destete del próximo ciclo.
Asimismo, y con consecuencias más inmediatas, se puede destacar el impacto experimentado por aquellos proyectos de recría de terneros que no llegan a la condición esperada en el tiempo planificado, o aquellos lotes en engorde, tanto a corral como a campo con suplementación, que por cuestiones de barro, o disponibilidad de forraje demoran su alcance de la terminación deseada.
La superficie de los campos se vio drásticamente disminuida, tanto en lo que respecta a la zona netamente ganadera, como también a la agrícola que en muchos casos afecta indirectamente la ecuación económica de explotaciones mixtas y sus potenciales reservas para la alimentación de sus rodeos.
Por otro lado, y si bien no resulta un factor crítico ni determinante en el resultado agregado del negocio del sector entero, también vale la pena la mención de un incremento del riesgo de quebrantos de diferentes establecimientos afectados, y sus efectos inmediatos en el costo por provisión de incobrables que deben cargar a sus estructuras aquellos actores que dan seguridad y fluidez a la comercialización de ganado en la cadena.
Resumiendo, producto del escenario descripto en los párrafos precedentes, la invernada actualmente muestra un mercado coyunturalmente disminuido y un precio del ternero (180kgs) firme y sostenido ($43/kg).
En relación a dicha premisa, la misma se sustenta, por un lado, por la escasez de oferta de terneros esperable para la época y por la imposibilidad de muchos establecimientos de sacar del campo su stock disponible. Por otro lado, y ahora fundando la premisa en la solidez de la demanda, el precio también se muestra firme producto de permanentes requerimientos de parte de los feed lots, matarifes y frigoríficos movilizados por las expectativas respecto de un gordo valorizado por su estacionalidad para el inicio del próximo año.
En lo que respecta a la evolución del precio del gordo para los próximos meses, resulta natural esperar un descenso marginal que progrese a mayor velocidad que la disminución que pueda experimentar el precio de la invernada.
Por ello, no sorprendería una disminución paulatina de su valor desde el presente hasta fin de año (↓8%), aunque siempre en un país como el nuestro, adolescente de infraestructura pertinente para una conectividad y real integración entre campo y ciudad, dicha aseveración quedará condicionada a las sorpresas que pueda reservarnos el clima y sus consecuencias respecto al barro y al agua.
FUENTE: Decisión Ganadera