Luego del récord de envíos de carne en 2019, ¿se viene un año complicado para el sector exportador?
El informe de Juan Manuel Garzón y Nicolás Torre para la Fundación Mediterranea – IERAL analiza las perspectivas del mercado exportador de carnes argentinas
El récord de exportaciones 2019 y sus impulsores
• La cadena bovina logró exportaciones récord en el 2019, colocando 569 mil toneladas peso producto en los mercados del mundo, equivalentes a 845 mil toneladas res con hueso. Se trata de una de las cifras más altas de la historia de la industria frigorífica argentina. Por estos envíos ingresaron al país US$ 3.100 millones, un 57% más que en el año previo y casi el 5% de las divisas totales comerciales del país.
• Se entiende que este gran desempeño del sector exportador fue posible gracias a la combinación virtuosa de al menos tres factores: (1) un Tipo de Cambio Real Efectivo (TCRE) que se ubicó en niveles más altos de los vigentes en años previos; (2) una oferta importante de hacienda para faena, que incluye como dato negativo una tasa de liquidación de hembras alta; (3) una fuerte aceleración en las importaciones de China, país que debió acudir a los proveedores globales de proteínas animales para completar su abastecimiento frente a un fuerte desequilibrio interno.
• Con respecto al TCRE, una proxy del poder de compra interno de cada dólar generado específicamente en operaciones de exportación de carne, en 2018/19 se ubicó 24% por encima de los valores promedio del período 2016/2017 y 55% por arriba de los del período 2012/15. La fuerte mejora de la paridad cambiaria efectiva, particularmente respecto del segundo período antes mencionado, tiene que ver con un tipo de cambio nominal más alto, pero también con la reducción de los derechos de exportación (15% versus 7% promedio entre setiembre 2018 y diciembre 2019) y el restablecimiento de reintegros a la exportación.
• El rol de China fue fundamental en el notable desempeño de las exportaciones argentinas. Por desequilibrios estructurales, pero en mayor medida por problemas sanitarios no anticipados (brote severo de fiebre porcina africana en 2018/2019) sus importaciones se incrementaron en forma notable en los últimos dos años, de 695 mil toneladas (peso producto) en 2017, pasaron a 1,66 millones en 2019 (+139% en dos años). Además, para poder hacerse de más mercadería, el gigante tuvo que convalidar precios crecientes, +5% i.a. en 2018 y +7% i.a. en 2019 (todos los orígenes).
• Con un TCRE posicionado más arriba, precios internacionales tonificados por la demanda china y valores domésticos de hacienda bastante contenidos, en 2019 los márgenes brutos de exportación llegaron a niveles máximos desde que IERAL los mide (2007), en las cuatro integraciones de exportación que se monitorean, incluyendo la N°4, que es aquella que aproxima lo que sucede con las operaciones orientadas al mercado chino.
El cambio de escenario en el 2020
• Las condiciones de exportación comenzaron a deteriorarse hacia fines del año pasado, cuando uno de los tres drivers del 2019, la fortaleza de la demanda china, muestra problemas para sostenerse. El escenario externo empieza a resquebrajarse hacia fines de noviembre pasado cuando los importadores chinos exigen importantes ajustes de 3 precios para cerrar nuevas operaciones y además piden, en no pocos casos, renegociar las condiciones de operaciones ya acordadas.
• Por detrás del cambio de humor de los importadores se encuentra sin dudas el gobierno chino. La suba de precios de carnes se reflejó en la tasa de inflación interna, generando preocupación por los efectos sociales; el gobierno decidió entonces desplegar medidas de intervención comercial, algunas de ellas más explícitas y transparentes que otras, pero todas en su conjunto muy efectivas a los fines de reducir los precios de importación.
• A esta decisión política de bajar precios se sumó el efecto del coronavirus. Esta enfermedad altamente contagiosa, que puede ser letal en determinados pacientes, está complicando la operatoria y vida normal de empresas y familias chinas, la logística y la distribución interna de productos, afectando con diferente intensidad a las actividades productivas (primero más a determinados servicios, luego al comercio y más recientemente a las industrias de productos menos importantes) y deprimiendo la actividad económica en general.
• No está claro cuándo será el virus controlado y derrotado. Si ello sucediera en las próximas semanas, analistas del mercado estiman que llevará luego un par de meses normalizar el comercio de carnes, que deberá entre otras cosas digerir los importantes stocks que se han ido acumulando en puertos y cámaras frigoríficas del país.
• Se descuenta que en enero las exportaciones de carne fueron inferiores a las de diciembre, aunque probablemente no respecto a las del mismo mes de un año atrás. La caída se explicaría en parte por razones estacionales (la demanda sube para las fiestas y luego retorna a la normalidad) y en parte por la tibieza de la demanda china. Como referencia, en Uruguay las ventas externas de enero fueron un 45% menores a las de diciembre y en Australia un 32% menores, en ambos casos, la caída en los envíos a China explica buena parte de lo sucedido.
• Los márgenes brutos de exportación ya sienten el impacto de los menores precios internacionales; en enero 2020 se ubican un escalón por debajo del nivel que mostraran en 2019. Además de la baja de precios externos (en el caso de los envíos a China se supone un ajuste del 19% intermensual), otros dos factores contribuyen a los menores márgenes, los cambios arancelarios de Diciembre’19 (suba de DEX, del 5% al 9%) y el deterioro del tipo de cambio real.
• En el 2019 se colocaron en China más de 600 mil toneladas res equivalente hueso, aproximadamente el 20% de la carne producida en Argentina. Este es el volumen que hoy se encuentra pendiente de una resolución favorable de los problemas en el gigante.
• La incertidumbre que prevalece por estos días no debe disipar un hecho que no se ha modificado: China sigue teniendo la necesidad de importar enormes cantidades de carne para completar un abastecimiento “normal”; los precios internos por ejemplo de la carne de cerdo siguen aún muy elevados y sólo pueden bajar con más carnes volcadas al mercado (importada y/o de producción local) y no con menos. Es decir, los fundamentos indican que, en algún momento, las importaciones deben volver a fluir. El problema es, por supuesto, superar una transición que puede ser compleja para muchos frigoríficos exportadores.
• Si los márgenes de exportación se deteriorasen más aún (por caída de precios internacionales) o si directamente el mercado chino no pudiese absorber un volumen como el del año pasado, la industria frigorífica exportadora deberá reasignar ventas hacia otros destinos, particularmente el mercado interno, en condiciones menos favorables y con algunos actores (los más focalizados en China, los de menor eficiencia y escala) que pueden verse muy afectados.
• En caso de aflojar la demanda de carne para China, y por ende también los precios de determinadas categorías de animales, será muy importante la forma en que los productores respondan, si este escenario los desalienta y los empuja a una mayor liquidación o si por el contrario se percibe la baja de precios como un fenómeno coyuntural que se revertirá en próximos meses y por lo tanto deciden seguir invirtiendo en mantener y ampliar planteles. La combinación de una demanda externa más floja y una oferta estable o creciente de animales para faena podría ser muy nociva para los precios internos y para el futuro de la actividad ganadera.
• Finalmente, el Estado dispone de una herramienta para absorber shocks externos como podría ser el freno abrupto de la demanda china, la política comercial. Si los márgenes de exportación continuasen disminuyendo de forma tal de poner en riesgo las operaciones, una menor carga tributaria, es decir una baja de derechos de exportación (actualmente en el 9%) podría ser importante y necesaria para contener, al menos en parte, el impacto del evento adverso.
FUENTE: Economis