Lunes, 31 Mayo 2021

Cepo a la carne: un “jueguito para la tribuna”

Cepo a la carne: un “jueguito para la tribuna”

Si un profesor no actualiza sus conocimientos antes de su clase, sus alumnos lo percibirán y perderán credibilidad. Si se trata de un presidente, los mandantes también lo perciben.

 

No hay razón para cerrar las exportaciones de carne, salvo hacer “jueguito para la tribuna” y así engañar a votantes sin información seria. Peor aún cuando quien decide cree que el stock nacional es de tres millones de cabezas. ¿Cómo imagina que los argentinos comen entre 50 y 100 kg de carne, “per capita”? Se trata de vacas, no de conejas.

La Argentina, luego de haber más que triplicado su producción de granos en los últimos cuarenta años, aumentando al mismo tiempo la producción de carne vacuna, está hoy en condiciones ideales para hacer crecer su industria frigorífica que ocupa mucha mano de obra a todo a lo largo y ancho del país.

Los consumidores hemos aprendido a comer más pollos y cerdos, manteniendo la ingesta de proteína animal. La idea es tirar todo por la borda y sigamos “combatiendo al capital” y a nuestra abnegada población que ve un negro camino similar al que destruyó el agro soviético.

En el período Lenin/Stalin, Rusia pasó de ser un gran exportador de granos, a importador serial. Cuba destruyó su industria azucarera abriendo camino a sus competidores. Hasta la Argentina logró un cupo de exportación a los EEUU. Venezuela, uno de los principales productores de petróleo, hoy lo importa.

La confianza se logra lentamente, pero se la pierde en un instante. No tenemos fama de cumplidores ante nuestros acreedores. ¿Queremos destruir la incipiente imagen de proveedor confiable?

¿Habrá alguien en el Gobierno que pueda explicar esta burrada? ¿Habrá recibido el Presidente una orden de un nivel superior? ¿Por qué no consultó a sus colaboradores? Durante el viaje a Europa debe haber tenido tiempo de sobra para hablar con el canciller que algo debe saber sobre ganadería. Le hubieran dicho:

No son 3 millones. Son 54 millones de cabezas.

Desde que nace hasta que recibe el primer servicio una vaquilla, pasan no menos de 15 meses, aunque habitualmente, por inadecuada alimentación pasan 24 o más.

La gestación dura nueve meses y por lo tanto no paren más que una vez al año

La vida reproductiva de la vaca dura cinco o seis partos. El desgaste de la dentadura no le permite alimentarse y producir por más tiempo.

Hay muchos aspectos a mejorar en la ganadería nacional para aumentar su productividad, destacándose la mejora de la cantidad de terneros logrados cada 100 vacas que reciben servicio. Hoy es cerca de 60, mientras algún competidor está cerca de 90. Esto solo significaría agregar unos seis millones de cabezas a la faena nacional, que hoy ronda cerca de los 13 millones.

Pero hay más cosas por mejorar. ¿Por qué no empezamos agregando, desde el Estado, un poco de aliento que impulse a los productores a continuar con sus logros?

 

 

FUENTE: Jorge H. Cazenave - La Nación

 

Compartir en redes sociales