Acuerdo Mercosur-UE: ¿Estamos muy cerca del final?
Arrancar con una cuota menor a lo esperado para carne vacuna, con una estrategia flexible en cuanto a volúmenes de acceso, sin condicionamientos del tipo de productos, sería preferible al fracaso de las negociaciones que sellarían el aislamiento del bloque regional.
En la primera semana de noviembre se volvió a reunir la Comisión de Negociaciones Birregionales en Brasilia, tal como estaba programado, intentando lograr un acuerdo que pueda ser anunciado en la reunión de la OMC en diciembre en Buenos Aires, objetivo político de los gobiernos de ambos bloques.
En octubre, la UE presentó su oferta que incluyó un volumen decepcionante para la importación de carne y etanol. En el caso de la carne, se ofreció una cuota de 70 mil toneladas, con un arancel del 7,5% y con el agravante de que la mitad será para producto enfriado y la otra mitad para congelado.
No obstante, el Mercosur logró presentar un papel de trabajo en el que estableció las condiciones mínimas que se debían reunir para poder decidir la firma del acuerdo.
Los números presentados se mantienen guardados bajo siete llaves.
Queda una sola reunión, también convenida de antemano, que extraordinariamente durará dos semanas, en Bruselas, la última de noviembre y la primera de diciembre, para definir si se logra un acuerdo.
¿Qué deberían hacer los países del Mercosur frente a la disyuntiva que presenta el actual estado de la negociación? Daría la impresión de que sus gobiernos están dispuestos a firmar un convenio aunque no se satisfagan sus aspiraciones en estos dos productos agroindustriales.
Hay que tener en cuenta que el bloque sudamericano presenta un déficit colosal en materia de acuerdos con el resto del mundo. Tiene acuerdos de libre comercio firmados con Israel, Jordania y Egipto que, en conjunto, representan una parte mínima de la economía mundial, mientras que otros países competidores han firmado centenares de este tipo de acuerdos, dejando al Mercosur cada vez más en una posición competitiva muy débil.
En momentos en que EE.UU, como potencia económica líder del mundo, está, inconcebiblemente, retrocediendo a posiciones más proteccionistas, habría que aprovechar el impulso que otras potencias, como China y la misma UE, quieren darle al avance del mercado mundial.
Desde este punto de vista, convendría que el Mercosur adopte una estrategia flexible con el tema carne vacuna (así como también con el etanol). Esto podría significar arrancar el acuerdo con una cuota mucho menor a lo razonablemente esperado, digamos las mismas 100 mil toneladas que fueron ofrecidas en 2004, y que congelaron las negociaciones por muchos años, que no tengan arancel intracuota, que no discrimine entre enfriada y congelada, que sea administrada por los países del Mercosur, y que contemple una escala de crecimiento que pueda alcanzar las 200 mil toneladas, o más, en un plazo muy largo.
Cuando EE.UU. y Australia firmaron su tratado de libre comercio (TLC), a mediados de la década anterior, se estableció un plazo para la desgravación de las importaciones de carne vacuna de 18 años. Parecía una locura. Sin embargo, ya pasó más del mitad del período y Australia se encamina a consolidar su condición de proveedor privilegiado, en volumen y tratamiento arancelario, olvidándose de las cuotas que rigieron durante décadas.
Esta clase de acuerdos hay que verlos con la óptica del muy largo plazo; de otra manera, ningún país firmaría nada.
Un fracaso en la reunión de Bruselas puede darle el certificado de defunción a una negociación que lleva casi 20 años y que fue acosada por los proteccionistas de ambos bloques: la industria brasileña y argentina y los sectores agropecuarios de países como Francia, Irlanda y España, a los que sumaron otros socios más recientes, como Polonia.
Lo que se está negociando va mucho más allá de algunos productos o sectores específicos. Sería un buen impulso para que el Mercosur encare un profundo y beneficioso relacionamiento con el resto del mundo.
Una advertencia final. Si se logra un acuerdo en firme, lo que habrá que festejar, aparecerá un deporte facilísimo que es la descalificación de su contenido y de quienes impulsaron su firma, escudándose en cuestiones de principios, pero siempre denotando que se prefiere el aislacionismo.
En la Argentina todavía discutimos el acuerdo Roca-Runciman.
FUENTE: Miguel Gorelik - Valor Carne